Este libro ha representado un momento clave en la evolución del pensamiento de Jacques Galinier. En La mitad del mundo, el autor no solamente sigue explorando de manera detallada los rituales de los otomíes orientales (una gran parte de ellos entonces inéditos en la literatura), sino que organiza las bases de sus futuras propuestas teóricas sobre las relaciones entre la antropología y psicoanálisis para desencriptar el concepto otomí de inconsciente universal, localizado simultáneamente en la parte inferior del cuerpo y la del cosmos, “la mitad del Diablo”. A partir de un abundante material etnográfico, La mitad del mundo contempla la especificidad del sistema chamánico otomí, tal como funciona dentro de una constelación de comunidades de la Huasteca meridional que pertenecen al “complejo del ídolo”, marcado por un régimen de antropomorfización generalizado de la naturaleza. Finalmente, este ensayo aparece como un primer intento de abordaje de las percepciones sensoriales de la noche, suerte de pantalla donde se proyecta masivamente la visión del mundo nativa, un tema discutido por el autor a partir de Une nuit d’épouvante-Les Indiens otomí dans l’obscurité (2011).